Jordi Oriol es el director comercial de Disorca Filtration. Acumula una larga experiencia en la búsqueda y aplicación de soluciones de microfiltración para fluidos, que han permitido a la empresa familiar de la que fue fundador ofrecer soluciones personalizadas a miles de clientes en España. Hablamos con él.
¿Qué importancia tiene la microfiltración?
Mucha. Hay dos métodos para esterilizar el producto; es decir, eliminar los microorganismos de los fluidos, tanto líquidos como gaseosos: por calor o por filtración. El problema que tienen la esterilización por vapor o el autoclave es que, como deben realizarse a temperaturas superiores a los 100ºC, dañan el producto. Por tanto, en muchos casos, es imprescindible recurrir a la filtración para eliminar los microorganismos y así evitar la contaminación en el momento del embotellado.
¿En qué casos se utiliza el calor como esterilizante?
Por ejemplo, en la industria láctea. No se pueden utilizar filtros porque la grasa los bloquea, así que se usa el método UHT, que consiste en calentar la leche a alta temperatura durante muy pocos segundos. Los filtros sí se utilizan, sin embargo, para esterilizar el aire que entra en contacto con el producto.
Para el resto de bebidas, ¿se usa el calor en algún caso?
Para el esterilizado de la cerveza existe una metodología, todavía muy común, que consiste en calentarla hasta 60ºC durante poco tiempo para eliminar las levaduras, aunque también hay filtros esterilizantes, que ya se están aplicando, y evitan tanto el consumo de energía necesario para calentar como la afectación al sabor.
¿Las soluciones de microfiltración son más o menos complejas en función del sector al que van dirigidas?
Hay productos más delicados que otros. Por ejemplo, para el vino y la cerveza, con un filtro de 0,45 micras ya se considera que es estéril, mientras que para el agua hay que reducirlo hasta las 0,2 micras. En la manipulación hay que tener en cuenta también los efectos secundarios. Con el agua, son muy menores, pero con el vino hay que ir con más cuidado para no perjudicar a la calidad. Cuanto más tranquilo sea el paso del líquido por los circuitos de filtración, mejor. Cada producto tiene sus particularidades.
¿En qué consiste la estandarización del vino?
El vino en la bodega se almacena en unos depósitos. Para trasladarlo, hay que meterlo en un contenedor, que debe esterilizarse, porque si está contaminado, contaminará todo el vino. Además, las cubas deben ir equipadas con un sistema de filtrado de aire para evitar la entrada de microorganismos.
¿También hay que esterilizar el CO2 que se utiliza sobre todo en las bebidas carbonatadas?
Sí. Aunque es cierto que el dióxido de carbono protege contra los microorganismos aeróbicos, los que necesitan oxígeno para sobrevivir, no lo hace contra los anaeróbicos. Por tanto, para asegurar que el gas está esterilizado, es necesario filtrarlo.
¿Existen todavía productores que se resistan a utilizar la filtración?
En el sector del vino, con vinos de altísima calidad, quedan algunos productores que no usan la filtración esterilizante, pero es muy raro; algún medio filtrante es necesario. En cuanto a la filtración esterilizante, aún hay quienes utilizan filtros de placas. Son muy económicas, pero provocan mucha pérdida de producto, que gotea constantemente, y, por tanto, generan residuos y contaminación ambiental a causa de los microorganismos, que se esparcen por todo el entorno. De todas formas, cada vez se usan menos; la gran mayoría de productores instalan sistemas de microfiltración.
¿En qué fases se divide un proceso de microfiltración?
El paso imprescindible es la esterilización mediante cartucho de membrana. Se trata de una esterilización superficial, pues los poros no retienen todos los microorganismos, y hay que tener en cuenta que, si pasa uno, su capacidad de multiplicación va a contaminar el producto. Para garantizar la esterilización completa, hay que poner etapas previas que vayan reduciendo las partículas contaminantes. De esta manera, también alargamos la vida útil del filtro esterilizante y optimizamos costes. Los filtros que se utilizan en las etapas previas son de profundidad, retienen las partículas mediante un sistema de fibras entrelazadas. Dependiendo del tipo de bebida, para garantizar una filtración completa, son necesarias más o menos etapas previas.
¿Cuáles son los sectores principales donde trabajáis?
Por volumen, el vinícola y las aguas minerales. En el sector del vino, en España, hay en torno a 3.000 bodegas, la mayoría de las cuales son pequeñas. En cambio, en el sector del agua, hay pocas plantas productoras, que producen un volumen importante. Una línea de filtración normal de vino se sitúa entre los 1.500 y 5.000 litros, mientras que de agua no baja de los 20-25.000 litros.
También trabajamos en el sector de los refrescos, para la esterilización del agua y del gas; en el de las cervezas, tanto para esterilizar el líquido como el aire y el gas que estarán en contacto con el producto; y en la industria láctea, en la esterilización del agua que se utiliza para lavar las tuberías y los depósitos que almacenan el producto, sobre todo los derivados lácteos, que son muy delicados.
En Disorca ofrecéis soluciones únicas para cada cliente. ¿Por qué es importante esta personalización?
Porque cada caso tiene sus particularidades. Si utilizásemos una metodología genérica, a unos clientes les funcionaría bien, pero a otros no. Esto obliga a trabajar de forma conjunta con el cliente, introduciéndonos en su empresa para analizar su necesidad concreta y proponer la mejor solución.
¿En qué consiste la metodología propia que habéis desarrollado?
Lo primero es entender el problema del cliente. Esto es lo más complicado, porque hay que conseguir entrar en la fábrica y que te expliquen paso por paso lo que sucede. Una vez tenemos claro qué pasa, hay que pensar en la solución que permita mejorar el rendimiento de la empresa, adecuándonos a las necesidades y recursos del cliente. Por eso es tan importante el trabajo conjunto.
La clave, entonces, se encuentra en generar confianza y conseguir la fidelización del cliente.
Evidentemente, y es lo más difícil de conseguir. Ganarte su confianza, demostrándole que realmente le estás ayudando, es el paso clave para que haya un diálogo fluido y así poder ofrecerle la mejor solución. A menudo ejerces de consejero, incluso recomendando cosas que no tiene nada que ver contigo. Eso es resultado de la cercanía, de ir más allá de la estricta relación empresa-cliente. El productor no conoce todas las posibilidades que ofrece el mercado, necesita un asesoramiento honesto de las personas especialistas en su sector.
De las soluciones de microfiltración que ofrecéis en Disorca, ¿qué es lo que determina la idoneidad de cada una de ellas?
Los diferentes sistemas están interrelacionados. La base es la misma: obtener la esterilización del producto mediante la microfiltración. Dependiendo de la particularidad de cada producto, podemos utilizar medios previos para conseguir mejores resultados. Por ejemplo, con la filtración tangencial dinámica, concentramos mucho más el residuo que generan productos como el vino, la cerveza y los zumos de frutas, y de esta manera mejoramos la productividad y optimizamos los costes de tratamiento de los residuos. Las bolsas filtrantes, más sencillas y económicas, permiten retener las partículas de mayor diámetro, y se pueden complementar con los cartuchos en el filtrado final. Incluso puede haber soluciones de filtración en las que sea necesario instalar los tres sistemas para garantizar el mejor resultado.
¿Por qué trabajáis con Parker domnick hunter, Allied Filter Systems y Novoflow como principales proveedores?
La relación con domnick hunter se remonta a hace casi treinta años. Entonces era una marca desconocida en España, y me propusieron trabajar con ellos, antes de que la adquiriera la multinacional norteamericana Parker. Buena parte de mi vida laboral ha estado ligada a ellos. En cuanto a Allied Filter Systems y Novoflow, tenía muy buenas referencias de mi etapa en domnick hunter, y sabía que sus productos nos ayudarían a proporcionar las soluciones ideales para los clientes de Disorca. La tecnología de Novoflow es muy innovadora, y nos permite ofrecer un producto de filtración tangencial dinámica diferencial en el mercado.
¿Cómo nació Disorca?
Parker buscaba distribuidores, pero no había, y me ofrecieron hacerlo en España, así que pusimos en marcha Disorca para ofrecer soluciones personalizadas, contando con el aval de una gran multinacional y sus productos. Contábamos, además, con la ventaja de que yo ya conocía el mercado y tenía contacto con los clientes finales. Estamos muy satisfechos, porque desde el principio la empresa está funcionando bien y cada año tenemos más clientes.