El aire comprimido puede contaminar los ingredientes, el envase o el producto con los que entra en contacto, ya sea de forma directa o indirecta. Ante la ausencia de regulaciones oficiales, en 2006, el British Retail Consortium (BRC) y la British Compressed Air Society (BCAS) desarrollaron el Código de Prácticas de Calidad Alimentaria del Reino Unido, que fue adoptado por la industria alimentaria como el recurso de referencia para los sistemas de aire comprimido. El documento define tres tipos específicos de sistemas: en contacto directo con los alimentos, de alto riesgo no-contacto, y de bajo riesgo no-contacto.
En 2010, se aprobó la norma ISO 8573-1, que establece de forma específica los niveles de calidad del aire comprimido y los valores admisibles para cada uso industrial, incluyendo el sector alimentario y de las bebidas.
Al comprimir el aire, se corre el riesgo de introducir contaminantes externos, como la humedad ambiental, los vapores de hidrocarburos, o las partículas, el polvo y los microorganismos en suspensión. Los compresores absorben estos elementos al aspirar el aire para comprimir. Además, durante la producción y almacenamiento del aire comprimido, aparecen otros contaminantes, como el óxido de las tuberías y depósitos o hidrocarburos procedentes de la lubricación del compresor.
Para evitar la contaminación, es necesario aplicar filtros y secadores que eliminen las impurezas tanto como sea posible. Dependiendo del uso al que vaya destinado el aire comprimido, la industria admite una mínima proporción de ellas, y eso es lo que establece la ISO 8573-1, de acuerdo a una clasificación de tres tipos de contaminantes: partículas sólidas, agua y aceite.
Dentro de cada categoría, se indican hasta diez niveles de concentración de contaminantes; el 1 es el más estricto. Hay un nivel 0, según lo especificado por el usuario o proveedor del equipo, siempre que sea más estricto que el 1.
¿Cómo se indican los valores sobre contaminantes que refleja la ISO 8573-1?
La pureza del aire comprimido se expresa indicando tras la ISO el nivel requerido en cada categoría: ISO 8573-1 [A: B: C], donde A se refiere a las partículas sólidas, B al agua y C al aceite.
Para los sólidos, la tabla de valores indica tres rangos de diámetro: de 0,1 a 0,5 micras, de 0,5 a 1 micra, y de 1 a 5 micras.
La presencia de partículas sólidas se mide con contadores digitales de alta precisión; la del agua, con una sonda de punto de rocío digital, que registra la temperatura, el punto de rocío y la humedad relativa del aire comprimido. Para saber cuánto aceite hay, se utiliza un medidor digital especial, que detecta los vapores de hidrocarburos.
De este modo, en un proceso que requiera un nivel de calidad [1: 2: 3], el aire comprimido deberá contener un máximo de 20.000 partículas de entre 0,1 y 0,5 micras por metro cúbico, hasta 400 partículas de entre 0,5 y 1 micras, y un máximo de 10 de entre 1 y 5 micras de diámetro. En cuanto a la presencia de agua, el punto de rocío a presión no podrá superar los -40ºC; y el contenido de aceite, en aerosol, vapor o líquido, deberá ser inferior a un 1 miligramo por metro cúbico.
En la industria alimentaria y de las bebidas, el uso de aire comprimido es imprescindible para llevar a cabo procesos de conservación. Es necesario conocer la calidad de ese aire, y aplicar las herramientas indicadas para garantizar la seguridad alimentaria. En Disorca disponemos de ellas, y le asesoramos sobre cuáles aplicar para conseguir los valores requeridos según la ISO 8573-1.