La elaboración del vino es un proceso muy complejo, que se desarrolla a lo largo de numerosas fases, todas necesarias para conseguir un producto de calidad. Entre ellas se encuentran la estabilización final y la preestabilización o estandarización, imprescindibles para que el vino llegue a manos del consumidor en las mejores condiciones.
El vino embotellado debe ser estable a nivel microbiológico, con un aspecto visual claro, y ha de estar libre de partículas/coloides. Se trata, sin embargo, de un ecosistema favorable al crecimiento de microorganismos contaminantes que pueden mandar al traste el trabajo de meses o incluso años. Las bacterias de ácido láctico y las levaduras de fermentación se desarrollan en condiciones de pH reducido y anaeróbicas. Si esto ocurre, pueden deteriorar el vino dándole sabores rancios o un aspecto turbio.
¿En qué consiste la preestabilización o estandarización del vino?
Antes del embotellado, el vino debe someterse a un proceso de preestabilización. Para que el sistema de filtración final sea lo más eficaz posible y alargar la vida útil del vino, es necesario reducir las partículas suspendidas y la carga microbiana mediante la prefiltración con membranas. Esto también protegerá la calidad del producto durante el almacenamiento y el transporte.
En el caso de los vinos maduros o reforzados, que ya son estables física, química y microbiológicamente, solo se requiere un pulido final para eliminar levaduras y bacterias.
Cuando el vino está destinado a exportación, hay que tener en cuenta que cada región cuenta con métodos de estandarización diferentes, de modo que el productor lo someterá a un proceso de preestabilización para protegerlo durante el transporte, y el embotellador, teniendo en cuenta que probablemente deba trabajar con tipos de vino diversos (dependiendo de su procedencia), procederá a su estandarización antes de envasarlo.
La preestabilización tradicionalmente se realizaba con placas filtrantes y filtros de tierras, pero en los últimos años la tecnología ha evolucionado, aportando soluciones que mejoran el proceso y que resultan más eficientes. Es el caso de los discos lenticulares, la filtración tangencial y, sobre todo, la filtración mediante cartuchos, que ofrece la mayor protección a un coste más reducido.
El filtro PREPOR NG de Parker Domnick Hunter
Parker Domnick Hunter ha desarrollado la gama de filtros PREPOR de acuerdo a las necesidades de productores, importadores y embotelladores de todo el mundo para garantizar las mejores prestaciones en las aplicaciones de estandarización del vino. El filtro PREPOR NG es la opción óptima para aumentar la seguridad microbiológica, manteniendo la calidad del producto, en las aplicaciones de estabilización previa, tanto en la protección de membranas como en las operaciones de transferencia de depósitos.
Entre las ventajas que ofrece, se encuentran:
- Eliminación de coloides no deseados y rendimiento constante en la retención de organismos contaminantes.
- Larga vida útil gracias a una limpieza y regeneración sencillas, que permiten un uso repetitivo.
- Mayor protección mediante un sistema cerrado que minimiza las pérdidas de vino y su oxidación.
- Mejora en la eficacia del proceso, que proporciona más protección a los filtros de membrana posteriores.
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